El arte de la prostitución ha sido el punto de partida de muchas historias personales que tienen su origen a lo largo de los siglos. La realidad para las mujeres que se han visto forzadas a prostituirse es difícil de dimensionar. Habitar un mundo donde se es observado desde el anonimato. Vivir en carne propia el capitalismo del cuerpo.
Y yo fui una de ellas. Viví en esta realidad durante varios años. Todo comenzó tras abandonar mi casa para escapar de la violencia, del abuso, de la pobreza. Me vi obligada a buscar ingresos en la esquina más sombría y corrupta del barrio. Viendo a cualquiera desde lejos, aquella era una encrucijada sin puente ni rumbo, donde me encontré con una realidad aterradora: el comercio de la piel.
Viví en la calle y conseguí trabajo como asistente en un lugar de diversión. En las primeras noches de trabajo me di cuenta de cómo se manejaban los intereses de todas las personas dentro del local. Entendí que para muchas personas, incluyéndome, el oficio más buscado y mejor pagado era la prostitución.
En un primer momento, me resultó difícil entender el verdadero alcance de lo que estaba ocurriendo. Me tomó un tiempo convertirme en el arte de la prostitución. El comercio de carne. Darme cuenta de que el cuerpo es un objeto y que se puede vender. Comprendí que, en última instancia, se trataba de un negocio.
Sin embargo, con el tiempo el aprendí a convertir el comercio de carne en una forma de arte. Un arte que permite satisfacer necesidades con la habilidad de crear muestras únicas e irrepetibles, ya que ningún cuerpo es igual al otro. Entendí que el arte de la prostitución implica escuchar y entender al otro, y entregarse en los momentos íntimos de forma consensual.
También me di cuenta de que el oficio conlleva grandes responsabilidades de conciencia social. Si bien el comercio de carne tiene sus pros y sus contras, se debe luchar por la igualdad de derechos entre los hombres y las mujeres y por la protección de los derechos humanos.
Y como una forma de dar una conclusión a mi historia, formé parte de una comunidad que busca educar, ofrecer acompañamiento y apoyo emocional, así como brindar asistencia legal a aquellos que se ven abocados a vivir en situaciones similares.
Asimismo, decidí convertirme en una activista por los derechos humanos, y fui una de los promotores del movimiento "Mejor sin prejuicios". Esta campaña lucha contra la discriminación y estigma social derivados del trabajo sexual. El objetivo de esta iniciativa es garantizar que las personas que trabajen bajo el principal de la libertad de elegir actividades económicas que mejor se adapten a sus necesidades tengan todos los derechos y oportunidades que otros trabajadores tienen.
Además, sigo transformando un sentimiento de miedo y ansiedad en la lucha por una vida libre de violencia, respetando la dignidad provista por el trabajo sexual. Estoy orgullosa de mi vida y me siento feliz de poder compartir mi experiencia con otros para hablar libremente sobre el tema e inspirar a los que están pasando por algo similar.
Sigo ejerciendo el arte de la prostitución con el respeto hacia mí misma que merezco como persona, pero también sigo trabajando para ejercer mis derechos como trabajadora sexual. Estoy decidida a cambiar la normativa de nuestras estructuras sociales, para que el trabajo sexual se reconozca como un empleo legítimo en una sociedad libre de estigmas.
También intento contribuir con la creación de una legislación para proteger la dignidad de la persona que ejerce el trabajo sexual y sus derechos humanos. Me comprometo a hacer del mundo un lugar donde la libertad, el respeto y los derechos humanos prevalezcan.
También me planteé luchar contra la abolición de la prostitución, promoviendo la visibilidad del trabajo sexual y la igualdad de oportunidades para those que optan por esta profesión. Hacer todo lo posible para impulsar una organización autónoma de las personas trabajadoras sexuales. En dicha organización, promotores y defensores de la igualdad de género que ofrezcan contención, servicios y también apoyo narrativo para, en última instancia, modificar la visión sobre el trabajo sexual.
Por otra parte, trabajo en el respeto de la diversidad corporal y de género. chicas de compañía de la imagen de nuestros cuerpos fuera y dentro de nuestras fronteras. Crear campañas de sensibilización y concienciación sobre la importancia de la aceptación e igualdad a partir de los trabajos sexuales.
Formar grupos de feminismo que luchan por la aceptación de la diversidad de género a través del respeto y la igualdad de oportunidades. Establecer límites y condiciones acordes a la normalización de la profesión de trabajador sexual, respetando los derechos humanos. Adoptar políticas más flexibles para trabajadores y usuarios de trabajo sexual.
A fin de cuentas, mi intención es brindar las herramientas y aportar el conocimiento necesario para fomentar la seguridad de las personas con respecto a su trabajo sexual. Que yo llegase a ejercer el fluidez de la profesión me llevo a cuestionarme el ?por qué? de esta realidad. Para un cuestionamiento de este tipo no hay respuesta fácil, pues muchos aspectos avalan un cambio social. Empezando por el respeto a la diversidad de género, igualdad de trato y respeto al consenso, con un entendimiento crítico de que esta profesión adapta más bien un papel de empoderamiento que otro para un ser humano.